Virginia e Iker, lo tenían claro. Querían una preboda entre playa y montaña, hierba y arena. Así que un día que apuntaba a un precioso atardecer nos fuimos a la playa de Sopelana de preboda. El día parece ser que era perfecto para hacer parapente, así que ni cortos ni perezosos nos acercamos al acantilado desde donde se estaba tirando para jugar un poco con los elementos.