Ahora mucha gennte lo llama Rocadragón, gracias o por culpa de Juego de Tronos, pero Gaztelugatxe sigue siendo un paraje único y envidiado de la costa vasca. Y precisamente la ermita de Gaztelugatxe fue la testigo de excepción de la preciosa boda de Julen e Itxaso. Una atalaya suspendida frente a la inmensidad del cantábrico, un sol que iba despidiendo el día y unos novios radiantes, ingredientes más que suficientes para un día 10.